jueves, 24 de octubre de 2013

Revisión histórica sobre la conquista española del Imperio Inca 1 de 6

Yo tuve la mamá más mala de todo el mundo.
 Mientras que los niños no tenían que desayunar, yo tenía que comer cereal, huevos y pan tostado.
Cuando los demás tomaban refrescos gaseosos y dulces para el almuerzo, yo tenía que comer emparedado.
Yo tuve la mamá más mala de todo el mundo. Mientras que los niños no tenían que desayunar, yo tenía que comer cereal, huevos y pan tostado.
Cuando los demás tomaban refrescos gaseosos y dulces para el almuerzo, yo tenía que comer emparedado.
Mi madre siempre insistía en saber donde estábamos. Parecía que estábamos encarcelados. Tenía que saber quienes eran nuestros amigos.
Insistía en que si decíamos que íbamos a tardar una hora, solamente nos tardaríamos una hora.
Me da vergüenza admitirlo, pero hasta tuvo el descaro de romper la ley contra el trabajo de los niños menores. Hizo que laváramos trastes, tendiéramos camas, y aprendiéramos a cocinar y muchas cosas igualmente crueles.
Creo que se quedaba despierta en la noche pensando en las cosas que podría obligarnos a hacer. Siempre insistía en que dijéramos la verdad y solo la verdad.
Para cuando llegamos a la adolescencia ya fue mas sabia, y nuestras vidas se hicieron aún más miserables, se volvió posesiva.
Nadie podía tocar el claxon para que salieramos corriendo. Nos avergonzaba hasta el extremo, obligando a nuestros amigos a llegar a la puerta para preguntar por nosotros.
Mi madre fue un completo fracaso. Ninguno de nosotros ha sido arrestado. Cada uno de mis hermanos ha servido a su patria, y ” A QUIEN DEBEMOS CULPAR DE NUESTRO TERRIBLE FUTURO? Tienen razón, a nuestra madre.
Vean de todo lo que nos hemos perdido. Nunca hemos podido participar en una demostración y actos violentos y miles de cosas mas que hicieron nuestros amigos.
Ello nos hizo convertirnos en adultos educados y honestos. Usando esto como ejemplo, estoy tratando de educar a mis hijos de la misma manera.
Verán doy gracias a Dios por haberme dado “LA MAMÁ MÁS MALA DEL MUNDO”.
 Todos somos águilas 
Un campesino fue al bosque con el objeto de atrapar un pájaro para tenerlo cautivo en su casa. Consiguió cazar un pichón de águila y lo puso en el gallinero, junto con las gallinas, donde recibía el mismo tratamiento que estas.
Después de cinco años, el campesino recibió la visita de un naturalista. Mientras paseaban por el jardín, este dijo:
—Ese pájaro no es una gallina; es un águila.
—Así es —contestó el campesino—. Pero yo la crié como gallina, y ya no es un águila.  Se transformó en una gallina como las otras, a
pesar de tener alas de casi tres metros.
—Se equivoca —replicó el naturalista—. Ella es y será siempre un águila, pues tiene corazón de águila. Ese corazón la hará volar a las alturas algún día.
—No, no —insistió el campesino—. Se convirtió en gallina, y jamás volará como águila.
Entonces decidieron hacer una prueba. El naturalista levantó el águila y la desafió:
— Ya que eres un águila, ya que perteneces al cielo y no a la tierra, ¡abre tus alas y vuela…!
El águila se posó sobre el brazo extendido del naturalista. Miró distraídamente alrededor y, al ver a las gallinas allá abajo, picoteando
granos, saltó junto a ellas. El campesino comentó:
—Le dije que se convirtió en gallina…
—No —insistió el naturalista—, es un águila.
Y un águila será siempre un águila. Haremos mañana un nuevo experimento.
Al día siguiente, el naturalista se subió al techo de la casa, con el águila, y le susurró:
—Ya que eres un águila, ¡abre tus alas y vuela!


De nuevo, el águila vio a las gallinas picoteando el suelo, y saltó junto a ellas. El campesino sonrió y volvió a la carga:
—Se lo dije: ¡se convirtió en gallina!
—No —respondió firmemente el naturalista—.
Es un águila, y siempre tendrá corazón de
águila. Vamos a experimentar por última vez.
Mañana la haré volar.
Al día siguiente, el naturalista y el campesino se levantaron bien temprano. Llevaron al águila a las afueras de la ciudad, lejos de las casas de los hombres, en lo alto de una montaña. El sol naciente doraba los picos de la cordillera. El naturalista levantó el animal y le ordenó:
—Ya que eres un águila, ya que perteneces al cielo y no a la tierra, ¡abre tus alas y vuela!
El ave miró alrededor. Temblaba, como si se enfrentara a una nueva vida. Pero no voló.
Entonces, el naturalista la tomó firmemente, la puso en dirección al sol, para que sus ojos pudiesen llenarse de la vastedad del horizonte, y la arrojó al vacío. En ese momento, el águila abrió sus potentes alas, graznó el típico kau kau de estas aves y se levantó, soberana, sobre sí misma. Se alejó volando, cada vez más alto, hasta confundirse con el azul del firmamento.

Clavos y Herida

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Cuenta la historia que había un niño con muy mal carácter. Su padre le dio un saco de clavos y le dijo que clavara uno en la cerca del jardín cada vez que perdiera la paciencia o se enfadara con alguien…
El primer día clavó 37 clavos, pero durante las siguientes semanas, se esforzó en controlarse y día a día la cantidad de clavos que debía clavar, disminuyó. Había descubierto que era más fácil controlarse que clavar clavos…
Finalmente, llegó un día en el que ya no necesitó clavar más clavos y satisfecho fue a ver a su padre para decírselo…
Su padre lo felicitó pero le pidió que, a partir de ese momento, quitara un clavo por cada día que no perdiera la paciencia. Los días pasaron y finalmente el niño pudo decir a su padre que los había quitado a todos…
El padre, llevó al niño hasta la cerca y le dijo: Hijo mío, te has comportado muy bien, pero mira todos los agujeros que han quedado… Esta cerca ya nunca será como antes. Lo mismo ocurre con las personas. Cuando discutes con alguien y le dices palabras ofensivas, le dejas una herida como ésta…
Puedes clavar una navaja a un hombre y después retirarla, pero siempre quedará la herida. No importa las veces que le pidas perdón, la herida permanecerá. Una herida provocada con la palabra, hace tanto daño como una herida física.
Los amigos son joyas raras de encontrar. Están listos para escucharte cuando tienes necesidad, te sostienen y te abren su corazón. Enseña a tus amigos cómo los quieres…y mide tus palabras y tus reacciones hacia ellos.

Hubo una vez dos grandes amigos 
Yo nunca volví a saber de mi amigo hasta el día de ayer, después de 10 años, que caminando por la calle me encontré a su madre. La saludé y le pregunté por mi amigo. En ese momento sus ojos se llenaron de lágrimas y  me miró a los ojos diciendo: murió ayer… No supe qué decir, ella me seguía mirando y pregunté cómo había muerto.
Ella me invitó a su casa, al llegar allí me ofreció sentarme en la sala vieja donde pasé gran parte de mi vida, siempre jugábamos ahí mi amigo y  yo. Me senté y ella comenzó a contarme la triste historia. Hace 2 años le diagnosticaron una rara enfermedad, y su cura era recibir cada mes una transfusión de sangre durante 3 meses, pero ¿recuerdas que su sangre era muy rara?, sí, lo sé, igual que la tuya…
Estuvimos buscando donadores y al fin encontramos a un señor vagabundo.
Tu amigo, como te acordarás, era muy testarudo, no quiso recibir la sangre del vagabundo. Él decía que de la única persona que recibiría sangre sería de ti, pero no quiso que te buscáramos, él decía todas las noches: no lo busquen, estoy seguro que mañana si vendrá…
Así pasaron los meses, y todas las noches se sentaba en esa misma silla donde estás tú sentado y rezaba para que te acordaras de él y vinieras a la mañana siguiente. Así acabó su vida y en la última noche de su vida, estaba muy mal, y sonriendo me dijo: madre mía, yo sé que pronto mi amigo vendrá, pregúntale por qué tardó tanto y dale esa nota que está en mi cajón.
La señora se levantó, regresó y me entregó la nota que decía:
Amigo mío, sabía que vendrías, tardaste un poco pero no importa, lo importante es que viniste. Ahora te estoy esperando en otro sitio espero que tardes en llegar, pero mientras tanto quiero decirte que todas las noches oré por ti y desde el cielo te estaré cuidando mi querido mejor amigo.
¡Ah, por cierto, ¿te acuerdas por qué nos distanciamos? sí, fue porque no te quise prestar mi pelota nueva, jaja, qué tiempos… éramos insoportables, bueno pues quiero decirte que te la regalo y espero que te guste mucho. Te quiere mucho: tu amigo por siempre.
No dejes que tu orgullo pueda más que tú corazón…
La amistad es como el mar, se ve el principio pero no el final